Me parece interesante la opción que realiza la diócesis de Málaga en el año de la fe y quiero compartirla con vosotros. En estos momentos que el papa Benedicto XVI está reunido con todos los obispos del mundo para revitalizar la evangelización, esperamos las directrices concretas y acertadas para la Iglesia y para los creyentes de Jesús de Nazaret y su santo Evangelio.
Mientras esperamos con oración y formándonos previamente sobre qué es la fe, cómo madurarla y darle forma por la obras.
AÑO DE LA FE
PRIORIDADES PASTORALES
PARA EL CURSO 2012-2013
EXTRACTO
Prioridades pastorales
Las prioridades pastorales que se proponen a continuación, son
fruto de una amplia experiencia de discernimiento comunitario, llevado a cabo
por los responsables de la pastoral en nuestra diócesis y por sus distintos
ámbitos de corresponsabilidad: Equipo de Arciprestes, Consejo del Presbiterio,
Consejo Pastoral Diocesano y Consejo Episcopal. En ellos hemos vivido una
amplia experiencia de diálogo y discernimiento, que ha tenido en cuenta el
camino recorrido por nuestra diócesis, los acontecimientos eclesiales de la
Iglesia Universal que estamos invitados a vivir, y nuestro propio contexto
social, cultural y económico.
Para el presente curso pastoral se proponen dos nuevas prioridades
y continuar con la tercera prioridad del curso pasado:
1) Celebrar el Año de la fe.
2) Potenciar la lectura orante de la Sagrada Biblia,
especialmente la Lectio Divina.
3) Mostrar la belleza de la fe y proponerla.
1.- Celebrar el Año de la
fe
Con la promulgación del Año de la fe el Santo Padre quiere poner
en el centro de la atención eclesial “el encuentro con Jesucristo y la belleza
de la fe en Él.” Su celebración permitirá acrecentar la alegría y el entusiasmo
renovado del encuentro con Cristo (cf. Porta fidei, 2).
La celebración del Año de la fe es una invitación “a una auténtica
y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo” (Ibid., 6), una
verdadera gracia de Dios y una oportunidad para redescubrir el gozo y la
alegría de la fe, que actúa por la caridad, vivirla más intensamente y
proponerla a los demás.
2.- Potenciar el conocimiento de la Palabra de
Dios y la lectura orante de la misma
La segunda prioridad continúa, desde una perspectiva nueva, la ya
iniciada el curso pasado: Fomentar la escucha y acogida de la Palabra de Dios
en las comunidades cristianas. Se trata de escuchar y acoger la Palabra de Dios
en toda su riqueza y amplitud, que no se reduce a su expresión escrita en la
Biblia. La Palabra es sobre todo el
Logos mismo, el Verbo eterno encarnado
en Jesús, el Cristo, la “única Palabra que se expresa de diversos modos”
(Benedicto XVI, Verbum Domini [VD], 7). Por eso esta prioridad no se limita a
invitarnos al conocimiento y uso de la Sagrada Escritura, sino a reavivar “el
encuentro personal y comunitario con Cristo, Verbo de la Vida, que se ha hecho
visible; y a ser sus anunciadores para que el don de la vida divina, la
comunión, se extienda cada vez más por todo el mundo” (VD, 2).
3.- Mostrar la belleza de la fe y proponerla
Muchos cristianos consideran la fe como un presupuesto obvio de la
vida común. Pero la realidad es que ya no estamos en una sociedad donde la fe
se siga transmitiendo sociológicamente, porque han desaparecido gran parte de
los apoyos e inercias sociales que favorecían el acercamiento a la fe y la
socialización religiosa. Estamos pasando de un cristianismo popular,
transmitido socialmente, a una religiosidad plural e individualizada, que cada
vez se aleja más de las formas eclesiales de la vida religiosa.
Esta situación nos urge a llevar a cabo una acogida cordial y
fraterna de quienes acuden a la Iglesia, ofreciéndoles una propuesta humilde
pero decidida de la fe, un primer anuncio misionero. Es necesario apostar
decididamente por una «pastoral de la propuesta de la fe». Nuestras parroquias
y comunidades cristianas no pueden ocuparse solo de servir a los que vienen a
la Iglesia con acciones pastorales de mantenimiento, que por otro lado no se
deben descuidar. Es necesario sentir la urgencia de salir a las afueras, a las
encrucijadas, en busca de los que nunca estuvieron en la Iglesia y de aquellos
que la han abandonado, para ofrecerles también el don inestimable de la fe.
La «propuesta» de la fe lleva consigo un primer anuncio para
quienes se encuentran en los umbrales o en los márgenes de la fe, que les
ofrezca el Evangelio como «una fuerza para vivir y dar sentido a la vida» y que
les invite a recorrer un camino de inmersión en la experiencia cristiana. Para
ello es necesario ir al corazón de la fe, a su centro, y valorar la novedad de
la fe y de la experiencia cristiana, junto con una renovación de los creyentes y
de las comunidades.
También es necesario avivar el ardor evangelizador, que nace de la
experiencia gozosa del encuentro con el Señor, como mi Salvador y el único
Salvador del mundo (cf. 2 Co 5,14), y de un amor apasionado por la gente, al
estilo de Dios, que tanto amó al mundo «que entregó a su Unigénito, para que
todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16).
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