"Ir allí donde nadie quiere ir"

¡Bienvenidos hermanos a este blog! Con él os quiero informar poco a poco sobre la evolución del proyecto que se presentó al nuevo Provincial y sus consejeros en mayo del año 2011; así como diferentes proyectos que han surgido sobre este tema en la vida religiosa en los últimos años.

Os animo a participar activamente en un futuro desde la misión popular, la nueva evangelización y la itinerancia; y que este proyecto no sea sólo un proyecto sino una realidad.

Igualmente os animo a participar activamente en este proyecto, religiosos y seglares, o aportar vuestros comentarios, propuestas y deseos pues con vuestro aporte se enriquece dicho proyecto.

sábado, 12 de noviembre de 2011

UFME: Restituir el don del Evangelio en una sociedad post-moderna. (31 de octubre de 2011)

Fragmentos

Entre los muchos proyectos misioneros aprobados por el último Capítulo general, el del 2009, está el Proyecto Europa: “En el contexto de una fuerte secularización, típica de Europa, se elabore un proyecto Europa, caracterizado por la internacionalidad y la interprovincialidad, con el objetivo de dar vida a nuevas formas de evangelización. No somos los únicos que se preocupan de la situación religiosa en Europa, como tampoco somos los únicos que se preguntan cómo contribuir a la evangelización de este viejo Continente. Lo cierto es que dos cosas parecen claras: la necesidad de restituir el don que hemos recibido, el don del Evangelio, a través de un compromiso serio a favor de la evangelización de nuestro viejo continente, y la necesidad de hacerlo a través de nuevas formas o, en mi opinión mejor aún, nuevas presencias evangelizadores, capaces de hacer llegar la Buena Noticia a los hombres y mujeres de hoy.

La situación religiosa de Europa

Nuestra cultura europea, con innegables raíces cristianas, se presenta hoy como una cultura sin Dios, una cultura en la que se quiere negar cualquier relevancia pública a la fe. En muchos casos a Dios no se le niega, simplemente no interesa.

Son muchos los que afirman que Europa sufre una crisis de identidad, una profunda crisis de valores. Esta crisis de valores que vive Europa va acompañada con frecuencia de la crisis de identidad y de sentido de pertenencia de los mismos cristianos, de tal modo que el problema en Europa no es sólo el creciente número de no creyentes o de aquellos, también en número creciente, que reniegan abiertamente de la fe. El problema tal vez más grave es el creciente número de cristianos adormecidos, de rutina.

No es raro escuchar: “Yo soy católico pero no sigo la doctrina de la Iglesia”. Son muchos bautizados, pero pocos son los evangelizados. Si lo que hemos dicho es verdad, y creo que lo sea, Europa, en su conjunto, es tierra de misión. Europa necesita de abundantes misioneros, hoy Europa pasó a ser tierra de misión.

La evangelización: respuesta a la situación religiosa de Europa

Dostoewskij, uno de los escritores más significativos del siglo pasado se preguntaba: “¿Puede un hombre embebido en la civilización moderna, creer todavía en la divinidad del Hijo de Dios, Jesucristo? ¿El hombre de hoy siente todavía necesidad de salvación?

Nosotros, Hermanos Menores, partimos del supuesto que nosotros hemos descubierto en Cristo el sentido profundo a nuestra vida, de lo contrario nuestro discurso no tendría sentido alguno; ¿cómo hacer para que el hombre de esta sociedad postmoderna y precristiana que dice no creer y ni siquiera interesarle creer, pueda sentirse interesado para seguir un camino de fe y, de este modo llegar a creer en Jesucristo? ¿Cómo hacer para que cuantos dicen creer en Jesucristo, pero cuya fe está aletargada, puedan redescubrir el entusiasmo para ser discípulos y misioneros en la cultura actual?

Quien se ha encontrado con Cristo no puede menos de comunicar ese encuentro a los demás, como hizo Juan Bautista con sus discípulos (cf. Jn 1,29-37), como hizo Andrés con Simón, su hermano (cf. Jn 1,41-42).

Respecto a nuestra posición, como los apóstoles, Jesús “los llamó para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar” (Mc 3,14). No basta estar con el Señor, es necesario anunciarlo a los demás. En este sentido Pablo decía: “Hay de mí si no evangelizara” (1Cor 9,16). Quienes han sido llamados a ser sus discípulos, son llamados a ser sal y luz (cf. Mt 5,13-14), son llamados a dar sabor a la vida e iluminar a todos los mendicantes de sentido y de plenitud. Esta es la gran responsabilidad que incumbe a todos los discípulos. Esta es la razón última por la cual la Iglesia vive para la misión. Esta es la razón por la cual Francisco ha querido una Orden misionera ad intra, entre cristianos (1R 14), y ad extra, entre “sarracenos y otros infieles” (1R16).

Igualmente, la Iglesia trata de responder a todas estas preguntas con la Evangelización, con la restitución del don del Evangelio. Es como si dijese: “Yo tengo la respuesta a esas preguntas que atormentan al hombre de hoy”. Jesús es el camino para completar el proyecto de vida que te ha sido dado, Jesús es el único que te puede llevar a encontrarte a ti mismo. Jesús es el único que puede llevar al hombre de hoy a superar esa crisis cultural y antropológica que está viviendo.

La tentación de éxito fácil y rápido

En esta búsqueda de nuevas presencias y nuevas formas de evangelización hemos de estar atentos a no ceder a la tentación de la impaciencia, de buscar inmediatamente el éxito y los grandes números. Dios no elige a Israel por ser un pueblo, se trata del pueblo más pequeño de los pueblos, el poder exterior no es el signo de su Presencia. La nueva evangelización debe someterse al misterio del grano de mostaza sin pretender el éxito inmediato.

El método de la nueva evangelización

Benedicto XVI en el 2009 afirmaba: “La fe exige ser transmitida: no nos ha sido dada sólo para nosotros mismos, para la salvación personal de nuestra alma, sino para los otros, para este mundo y para nuestro tiempo”. Una evangelización que no tenga en cuenta la realidad del momento presente corre el riesgo de presentar un “Dios sin mundo”. Es necesario fantasía y creatividad para hacer comprensible el Evangelio para nuestra cultura.
San Pedro nos ofrece algunas indicaciones: “Estad prontos a dar razón de la esperanza que habita en vosotros a cuantos os la pidan” (1P 3,15). Y todo ello, añade el Apóstol, “sea hecho con dulzura, respeto y recta conciencia” (1P 3,16a).

En cuanto al método de la nueva evangelización no podemos olvidar las palabras ya recordadas de Juan Pablo II, la nueva evangelización requiere de los discípulos y misioneros de hoy pasión, para lo cual es necesario dejarse tocar y cambiar el corazón por Evangelio. La nueva evangelización requiere nuevos métodos.

Una urgente necesidad de discípulos y misioneros

Ante la exigencia de una nueva evangelización, una urgencia aparece clara: la necesidad de verdaderos discípulos y de audaces misioneros. El día antes de su elección a la sede de Pedro, el Cardenal Ratzinger decía: “De lo que tenemos necesidad en este momento de la historia es de hombres que, a través de una fe iluminada y vivida, hagan creíble a Dios en este mundo. Necesitamos hombres que tengan la mirada fija en Dios, aprendiendo de él la verdadera humanidad. Tenemos necesidad de hombres cuya inteligencia esté iluminada por la luz de Dios y a los cuales Dios abra su corazón, de tal modo que su inteligencia pueda hablar a la inteligencia de los otros y su corazón pueda abrir el corazón de los otros. Sólo a través de hombres tocados por Dios, Dios puede volver a los hombres”.

La nueva evangelización parte de la credibilidad de nuestro vivir como creyentes y de nuestra convicción que la gracia actúa y transforma hasta el punto de convertir el corazón. El mundo de hoy necesita amor, porque, desgraciadamente, conoce sólo los grandes fracasos. Mirar al futuro con la certeza de la esperanza es lo que no permite que permanezcamos encerrados en una especie de romanticismo que sólo mira al pasado, ni de caer en un horizonte de utopía porque enfermos de hipótesis que no podrán tener una necesaria confrontación. La fe nos compromete en el hoy que vivimos. No responder, permaneciendo encerrados en nuestras sacristías sería hacer vano Pentecostés. Es el tiempo de abrir de par en par las puertas y volver a anunciar la resurrección de Cristo de la cual somos testimonios.

Para concluir

Como se puede ver nuestra misión evangelizadora no es algo meramente externo a nuestra vida, sino que es la vida misma la que evangeliza. Por tal motivo se pide que nuestras fraternidades, llamadas a evangelizar, se dejen evangelizar primero. Y es por ello que también entre misión evangelizadora y las prioridades de nuestra forma vitae debe haber una interrelación relación, y entre espiritualidad, vida fraterna y misión, los tres pilares de toda vida religiosa, debe darse una dinámica circularidad.

Fr. José Rodriguez Carballo, ofm
Ministro General, OFM


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