"Ir allí donde nadie quiere ir"

¡Bienvenidos hermanos a este blog! Con él os quiero informar poco a poco sobre la evolución del proyecto que se presentó al nuevo Provincial y sus consejeros en mayo del año 2011; así como diferentes proyectos que han surgido sobre este tema en la vida religiosa en los últimos años.

Os animo a participar activamente en un futuro desde la misión popular, la nueva evangelización y la itinerancia; y que este proyecto no sea sólo un proyecto sino una realidad.

Igualmente os animo a participar activamente en este proyecto, religiosos y seglares, o aportar vuestros comentarios, propuestas y deseos pues con vuestro aporte se enriquece dicho proyecto.

sábado, 15 de diciembre de 2012

TERCERA SEMANA DE ADVIENTO. REFLEXIÓN PERSONAL SOBRE LAS SAGRADAS ESCRITURAS Y LA UTOPÍA DEL EVANGELIO




“Cuando resucitó, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús” (Jn 2,22).



¡Ay hermanos míos! Durante todo este tiempo que he estado preparando este proyecto he leído con atención las Sagradas Escrituras, y puedo decir que no hay libro en el mundo que supere su sabiduría. En Él viene todo lo que un hombre debe saber (conocer) para vivir en la amistad y paz en Dios[1]. No hay sabiduría mayor en el mundo: “¡Feliz el que lo lea continuamente! Si le presta atención, se hará sabio, si lo pone en práctica, se sentirá lo bastante fuerte en cualquier circunstancia, porque la luz del Señor iluminará su camino” (Sir 50,28). El resto de libros se desgrana de Él mismo. Él es Todo (cf. Ap 22,13), los demás son las partes del Todo. Él es la vid, nosotros los sarmientos (cf. Jn 15,1-8), y nuestros frutos son sus frutos (cf. Mt 7,17). La Sabiduría es el fruto y el fruto es el Amor, por tanto la Sabiduría es Amor.

Si el hombre por la Sagrada Escritura siente el calor de Amor de Dios en su corazón ¿qué más puede pedir? ¿Qué doctrina hay mayor que el Amor? “El amor es paciente y muestra comprensión. El Amor no tiene celos, no es aparente ni se infla. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo. No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad. Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo. El Amor nunca pasará” (1Cor 13,1-8a). Nuestro Señor Jesucristo es el Amor perfecto. Él nos enseñó: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13), y lo cumplió en la Cruz: “El lenguaje de la cruz resulta una locura para los que se pierden; pero para los que se salvan, para nosotros, es poder de Dios. Ya lo dijo la Escritura: Destruiré la sabiduría de los sabios y haré fracasar la pericia de los instruidos. Sabios, entendidos de este mundo ¡cómo quedan puestos! ¿Y la sabiduría de este mundo? Dios la dejó como loca. Pues el mundo, con su sabiduría, no reconoció a Dios cuando ponía por obra su Sabiduría” (1Cor 1,18-21a), porque su Sabiduría es el Amor a todos sus hijos: “Donde no hay griego y judío; circuncisión e incircuncisión; bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo y en todos”. (Col 3,11). En su sabiduría, por la Palabra y el Espíritu estamos llamados a configurarnos e imitar a Jesús como verdaderos hijos del Amor de Dios.

Por lo tanto, ¿de qué sirve a un teólogo dedicar una vida a escribir y publicar libros para mostrar y demostrar su sabiduría? ¿Quién los comprará? Miembros del gremio: sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas en su mayoría. Sin hablar de aquellos que estudian para alcanzar una reputación en el campo intelectual, y de paso recaudar fondos. Todo se queda en casa. Hoy Europa no necesita más libros ilustrados sobre el Misterio de Dios. No hablo de no obtener por los correspondientes estudios un nivel óptimo para la enseñanza y predicación de las Sagradas Escrituras, la Tradición y el Magisterio, cosa muy necesaria, pero creo que la Iglesia en Europa necesita pastores no doctores.

Apoyo, que si el entendimiento y ciencia que han alcanzado mis hermanos de Orden y de las distintas Órdenes y congregaciones religiosas se expusieran, predicaran gratuitamente a las gentes, algo podría cambiar.

Franciscanos, capuchinos, salesianos, jesuitas, lasalianos, escolapios,… ¡Salid de vuestras comunidades y hogares y prediquen el Nombre del Señor nuestro Dios! Él está entre nosotros en esta sociedad secularizada. Sacad vuestros pupitres y cuadernos de texto a la calle, la biblia, el crucifijo. Predicad con palabras y obras el tierno Amor de Dios para con el hombre. Él nos ayudará siempre y nosotros nos sentiremos ayudados. El hombre de hoy necesita reencontrarse con Dios desde su sentido bautismal hasta el sentido de su vocación en el mundo. Podemos lograrlo. No pretendamos cambiar la sociedad, pero sí es cierto que “quien salva una vida salva al mundo entero”[2]. ¿Grandes y ambiciosos proyectos en nuestras congregaciones? ¿No es un grandísimo proyecto re-evangelizar Europa y salvar almas por el maravilloso hecho de que son nuestros hermanos e hijos amados de Dios? “¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las 99 no descarriadas” (Mt 18,12-13).

Las Sagradas Escrituras no es un ideal, es un estilo de vida. ¿Cómo manifestar esta realidad?

· Ejerciendo nuestro bautismo: “En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros (Jn 13,35).
· Adorando en la oración (cf. Hch 6,4) a nuestro Padre “en espíritu y verdad” (Jn 4,24). En esto, sabrán por las obras nuestra fe: “Pruébame tu fe sin obras y yo te probaré por las obras mi fe” (St 2,18).
· Proclamar lo que se vive: “Pues todo el que invoque el nombre del Señor se salvará. Pero ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel a quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predique? Y ¿cómo predicarán si no son enviados? Por tanto, la fe viene de la predicación, y la predicación, por la Palabra de Cristo (Rm 10,13-15.17).

Tanto se configuró san Francisco de Asís a Cristo y al Evangelio, que recibió las sagradas Llagas de nuestro Señor Jesucristo. Profunda fue su plenitud adelantada en la tierra antes que llegara el momento de su muerte y gloriosa resurrección: “Todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna” (Mt 19,29).

¿Dónde están entonces los que ahogan la utopía como realidad? ¿No se hizo realidad la utopía en san Francisco y mucho mayor en nuestro Señor Jesucristo? La utopía se manifiesta en el hombre desde su inmanencia al cambio, la renovación, la inquietud, el compromiso, el equilibrio, lo ideal, la búsqueda profunda de lo humano y divino, la felicidad, el amor. ¿Se podría vivir según las exhortaciones que Jesús nos enseña en los Evangelios hoy, en el siglo XXI? Será difícil si sólo nos ponemos a pensar; hay que actuar. La fe y el Amor a su Palabra y a la voluntad del Padre nos salvarán de una infinidad de compromisos, barreras, debilidad, enfermedad, insultos,… “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada? En todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó” (Rm 8,35.37). Es más su gracia nos basta (cf.2Co 12,9). En la debilidad está el amor, está Dios (cf. Rm 5,20). Debemos acogernos a su Palabra y su cruz, que es la que nos conforta (cf. Flp 4,13)  y nos dice continuamente: “¡Ánimo, no teman, que soy yo!” (Mt 14,27). “No hay temor en el amor; sino que el amor perfecto expulsa el temor, porque el temor mira el castigo” (1Jn 4,18).

Nos debe importar nuestra historia, la fraternidad, los conventos y monasterios, la familia, el hogar, el trabajo, las tierras, la muerte… pero todo en su justa medida, como miembros responsables de lo que el Señor nos dio (cf. Mt 25,14-30). Pero, si valoramos más las cosas del mundo, podemos caer en lo que nos dice Jesús: “Si alguno quiere venir a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su  mujer y a sus hijos, sus hermanos y hermanas, e incluso su propia persona, no puede ser discípulo mío. El que no carga con su propia cruz para seguirme luego, no puede ser discípulo mío” (Lc 14,26-27). Hermanos, Él nos sustentará porque su yugo es suave y su carga ligera. (cf. Mt 11,30).

Hermanos, la realidad es que siempre estaremos dispuestos a actuar, también es cierto que encontraremos mil justificaciones para no avanzar. La juventud y la sociedad secularizada nos necesita. El poder de la Iglesia nunca menguará y las fuerzas malignas no la derrotarán (cf. Mt 16,18); debemos de actuar pronto. “Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así” (Mt 24,46).

Por esto hermanos, pienso que todos los que dudan de la Palabra y Sabiduría de Dios son hombres tristes, sin esperanza. En los Evangelios[3] encontramos la clave para ser felices, es Jesús, el Señor, no necesitamos más.








[1] Dt 6,6-8
[2] Frase extraída de película de la “Lista de Schlinder”, dirigida por Steven Allan Spielberg
[3] CIC 125 “Los Evangelios son el corazón de todas las Escrituras "por ser el testimonio principal de la vida y doctrina de la Palabra hecha carne, nuestro Salvador"

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